Carlitos, hijo de inmigrante dominicana, sobre los agentes del ICE: «Si vienen, yo los distraigo»

El reloj marca las seis de la tarde y Carlitos, a quien le protegemos su identidad, se asoma a mirar por la ventana de la casa con una pregunta en su cabeza:
— Mamá, ¿qué va a pasar si te cogen?
Tiene nueve años y desde hace más de una semana, él y su madre, una inmigrante dominicana que lleva dos décadas en Puerto Rico, viven con el miedo como compañero de cuarto. No han salido de su casa desde la última semana de enero, cuando comenzaron en Puerto Rico las redadas del Servicio federal de Control de Inmigración y Aduanas (ICE en inglés) ordenadas por la administración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
— Mamá, si la policía viene, me das el celular y te vas corriendo. Te escondes, que yo los distraigo. Te puedes meter en el baño y cierras la puerta, que yo te prometo que los voy a distraer — , dice Carlitos con la inocencia de quien aún no entiende del todo la dureza de las leyes migratorias.
La madre lo abraza y le dice que todo estará bien, aunque ella misma no lo sepa. Seca las lágrimas del muchachito, «que ya llora sin hacer ruido».
Si a mamá se la llevan, tú tranquilo, que nos volveremos a ver. Y estoy segura que van a llamar a papá. Y comoquiera hay gente buena que nos cuida, que están pendientes de nosotros. Usted tranquilo, mi niño. Si a mamá se la llevan, nos vamos a volver a encontrar.
A pesar de haber iniciado el proceso para obtener la ciudadanía estadounidense en 2023, la espera de la madre es larga y el temor, inmediato. El ICE podría tocar a su puerta y llevársela, como ocurrió con Neuri Feliz, uno de los dominicanos detenidos por las autoridades federales en Puerto Rico el pasado 27 de enero, a pesar de estar en proceso para obtener su ciudadanía hace más de un año. Las redadas del ICE han dejado un rastro de angustia entre la comunidad inmigrante en la Isla, donde muchos llevan años construyendo sus vidas con trabajo duro. Ella y su esposo son ejemplos.
Su esposo, también dominicano, sí tiene ciudadanía estadounidense. Pero una seria complicación de salud lo obligó a regresar a su país de origen, pues la cita médica más cercana en Puerto Rico estaba pautada para mayo. Ahora, en medio de su tratamiento, la familia está separada y su esposa enfrenta sola la incertidumbre y el encierro.
— Yo vine a trabajar y toda mi vida he trabajado. Ahora nos dicen criminales. Y Donald Trump habla de criminales, y yo sé que hay gente mala, pero no somos todos. Llevo 20 años trabajando y nunca, pero nunca, he tocado un cuartel de la Policía en Puerto Rico. Y estoy esperando por mi ciudadanía. Yo inicié el proceso, pero sigo esperando.